La sala esta
terriblemente fría porque los radiadores no funcionaban muy bien. Yo como
siempre que nos mudamos observo todo atentamente. Me gusta adivinar cómo es
cada persona antes de conocerla. Las personas por regla general son como una
cebolla, hay que pelarlas por capas. En muy contadas ocasiones incluso puedes
llegar a llorar mientras pelas personas pero no suele pasar. Dieciséis años y
aún no conozco ni una sola persona que merezca la pena. Es lo que tiene cambiar
de lugar cada seis meses por el trabajo de mi padre, que siempre te quedas en
la segunda capa. Volviendo a la sala, otros jóvenes como yo comenzaban a entrar
por la maltrecha puerta y empezaban a tomar asiento lentamente ,como condenados
a muerte que caminan hacia la guillotina. Esta vez había tocado un pueblo de
Francia como destino durante seis meses. Siempre cambiamos de lugar cada seis
meses, como caracoles que se llevan su casa a la espalda, lo cual aborrezco completamente.
El destino que nos ha tocado esta vez no estaba tan mal, el clima era
aborrecible, pero al menos no es una gran ciudad desbordada por tráfico y
hombres grises. Es más Bretz no cuenta con más de cinco mil habitantes lo cual
te da un cierto margen para hacer lo que
te de la santa gana. La puerta se cierra de golpe y me saca de mi
ensimismamiento, ha sido una corriente del aire gélido que te cala hasta los
huesos seguramente. Un hombre de unos cuarenta años sube el pequeño escalón que
les vale de tarima y comienza con la lista. Nombres y más nombres sin
importancia , me he quedado con una tal Laura y una Adèle , me gusta como
suenan. Y así llegamos lentamente hasta Víctor.
-¿Victor?-Parece dudar
como solo lo hacen los hombres poco acostumbrados a las novedades.
-Sí, aquí.- Como cada vez
sucede, los veintitrés alumnos restantes saltan como muelles des sus asientos ,
se giran, y empiezan a mirarme como si fuera la última atracción de un circo errante,
con esa autosuficiencia que solo tienen los paletos y los imbéciles.
-¿Te podrías presentar ,
Victor?.- Vaya, ya he llegado a la etapa difícil de la prueba,¿ qué hacer esta
vez? Escandalizarlos tan tempranamente sería poco pertinente así que voy con la
clásica.
-Me llamo Víctor , tengo dieciséis
años y me gusta escuchar música.- Con estas palabras pasaré por un humano común
durante unas semanas , quizá un mes. Cuanto más tardara esa pandilla de
pueblerinos en descubrir hasta que punto odiaba aquel lugar, mejor para todos.
Si lo piensas detenidamente decir que te gusta escuchar música es como decir
que te gusta ser humano, pero con otras palabras. Estoy seguro de que miles de
jóvenes empleaban esta frase al día para justificar su indiferencia a y ante la
sociedad, o simplemente su falta de personalidad.
Hacerme pasar por idiota
para que me dejen en paz es mi especialidad . Por suerte , en Brest había más
probabilidades de que se interesara por mí una vaca que un ser humano
convencional con sus dos piernas y su cabeza.
- Tchsss,¿ Victor a quien
quieres engañar?.- era la chica que tenía al lado cuyo nombre siquiera conocía,
otra sorpresa .